La convivencia incluyente en el tejido social es expresión de madurez de una organización social democrática y participativa, enfrenta la expansión y agudización de los conflictos hasta el punto de cuestionar su validez, exige potenciar la injerencia de las comunidades en la reconstrucción de la convivencia y la cultura ciudadana con proyección a la consolidación de paz, el fortalecimiento institucional haciendo de la equidad y la justicia valores omnipresentes en las estructuras sociopolíticas locales.